–¡Robert, despierta, son las nueve!
Esa es mi madre, siempre igual;
gritándome para que me despierte, ¡luego se queja de que estoy de mal humor!
Pues vaya, así cualquiera, y encima quieren que me vaya a vivir en el culo del
mundo.
Nos mudábamos a un sitio en el
que no había ni cobertura. Me levanté y me vestí. Llegamos a las cuatro, justo después de parar a
comer en una gasolinera. Vaya pelmazo. Estaba lloviendo un montón. ¡Uf, qué
pereza! Ya de lejos vi algo raro en la casa, tenía una forma extraña. Nos
habíamos mudado ahí por mi padre, es un loco de la naturaleza y quería algo
como aquello, alejado de todo signo de civilización. Al llegar, un escalofrío
me recorrió el cuerpo. La casa estaba llena de pinturas horribles, con caras de
hombres arañadas y un montón de monstruos horripilantes. La que más miedo me
daba era la del hombre sin cabeza…
–¿Qué son esas
pinturas?–pregunté.
–¿Qué pinturas?–respondió mi
madre. Yo me callé, seguramente estaban intentando asustarme.
Mi cuarto no me gustó. Tenía una
gran ventana a la derecha. Siempre me habían dado miedo esos ventanales, ya que
cualquiera podía asomarse y mirarme fijamente…
Me quedé solo en mi cuarto. “Qué aburrimiento”, pensé. Así que decidí
ponerme a investigar. Pero no había nada interesante. “¡Uf! Qué rollo”. Pasaron
las horas, y no sabía qué hacer. Así que, por hacer algo, me puse a investigar
de nuevo. Y, entonces, vi algo que no había visto antes. Estaba debajo de una
baldosa. Era una caja pequeña y muy antigua. Pero al abrirla casi se me para el corazón.
En ella había una mano cortada.
Sujetaba una nota. Decidí cogerla.
“La Ligas”, leí. Además, había un horrible dibujo con una horrible sonrisa.
Sería una vieja broma.
–¡A cenar!– Por fin. No le dije
nada a mis padres sobre la mano. Al terminar de cenar, subí a mi cuarto No podía
dormir, tenía tanto miedo… y encima estaban esos dibujos de la pared, que no
ayudaban mucho. Sonó el reloj a media noche.
Y entonces, empezó la pesadilla.
Empecé a oír una risa terrible,
maligna y sonaba como cristales rompiéndose. Me tensé como una cuerda. Sentía que mi corazón iba a mil por hora.
Decidí mirar a la ventana… Y me quedé sin respiración. Ahí estaba el ser más
horrible visto jamás. No tenía cara, tenía mil, todas pasando por su rostro a
una velocidad increíble. Y, de pronto, me di cuenta. Era la cara que le faltaba
a una de las pinturas de la pared… Ese extraño ser estaba justo en el borde del
bosque de al lado de mi casa, aún entre los árboles. Avanzó dos pasos, y alargó una mano hacia mí. Tenía unos dedos
largos, al igual que sus uñas. Su risa se escuchaba cada vez más fuerte, y mi
cerebro me pedía que me tapara los oídos, pero no podía. Estaba paralizado.
Entonces, todo paró.
Me quedé parado durante toda la
noche, hasta que amaneció otra vez. Al
día siguiente me quedé todo el rato en mi cuarto, no comí ni nada. Volvió la
noche, y bajé un rato, aunque sin hablar con nadie, pues temía estar
volviéndome loco. Llegó la media noche, y empecé a sentir un pánico
incontrolable. No quería que ocurriera otra vez.
Pero ocurrió.
Intenté quedarme en mi cama con
los ojos cerrados, pero la risa volvió a sonar cada vez más fuerte, no pude y
no pude resistirme. Como un muñeco tirado por una cuerda, me levanté y él se
acercó más a mí. Alargó la mano y un fuerte dolor me llenó todo el cuerpo.
Entonces, todo paró.
No quería que volviera a pasar,
pero pasó, y muchas veces. Mi familia se preocupó por mí, y me llevaron a un
psicólogo. No podía más, cada noche se acercaba más. No quería que me cogiera…
Un día me escapé, pero le seguí viendo.
Esa fue la peor noche. Estaba
enfrente de mí, sin cristal. Salí corriendo, pero a pesar de que él no se movía,
siempre estaba a la misma distancia, hasta que dio dos pasos.
Volví a mi cama. Llegó la
medianoche. Y me pilló. Apareció enfrente de mi cama y se subió en ella. Poco a
poco, se agarró de la garganta y empezó a tirar de su cara cambiante. Se sacó
la piel entera, dejándola a un lado. Era una cara desgarrada y desfigurada.
Entonces, empezó a reírse y a gritar:
–¡Te toca, te toca, te toca! ¡La
ligas!
Y al terminar me puso su antigua
piel, la que se acababa de quitar.
Y desde entonces la ligo, y
escribo esto mientras espero a media noche para pillar al siguiente.
Escrito por: Manuel
Escrito por: Manuel
¡Hola!
ResponderEliminarJolín qué mal lo paso con las historias de terror!!! Muy terrorífica jaja
¡Besitos sonámbulos! ★🌙
Respuesta de Manuel:
EliminarMuchas gracias por el comentario, la verdad es que a mí también me costaba dormirme ya que no había acabado la historia y me iba imaginando cosas en mi cabeza.
Me alegro de que te guste!